Como homenaje a los 100 años de historia (tardó pero llegó) se presenta en el MNAV la exposición del Werkbund que desde ya recomendamos visitar.
Lleno de modelos, maquetas, prototipos, afiches y gráfica, tiene además (demasiado) extensos textos que la acompañan como para comprender en forma más que exhaustiva el alcance de esa institución y legado, y lo que supuso la génesis de la escuela de diseño más significativa e internacional de Alemania.
En 1907 doce artistas y arquitectos, junto con doce fábricas de Münich, decidieron fundar la Deutscher Werkbund que haría historia como una de las instituciones culturales más importantes del siglo XX en Alemania. La agrupación se convirtió en vanguardia europea de la arquitectura y el diseño.
Luego de la revolución industrial se quiso posicionar a Alemania como potencia en valor agregado a esos productos ahora industrializados, uniendo fuerzas de partes comerciales, académicas, y profesionales para dar identidad a lo que provenía de ese país y lo que usaba la gente a nivel doméstico. Su slogan era: "Desde el cojín del sofá al diseño de ciudades" estableciendo así el alto horizonte que proponían. De hecho lo consiguieron: sentaron las bases e influenciaron el diseño y la vida cultural en otros países de Europa, y por muchos años, hasta nuestros días. De hecho como toda pieza magistral de diseño, casi todos tienen una vigencia intacta que parece se hubieran creado ayer..
Desde un almohadón o una taza de té hasta un plan de urbanismo pasando por la identidad corporativa de una empresa. Nada era ajeno a la Deutscher Werkbund (DWB), que tenía como finalidad la dignificación del trabajo artesanal y la buena forma sin ornamentos, enfocada hacia la calidad y la funcionalidad, ya se tratase del diseño de la taza de té ideal o de la arquitectura vanguardista de una fábrica, dejando su impronta en la arquitectura, el arte y el diseño de todo un siglo.
Una lección más que atendible con una lectura desde la posibilidad de conjunción e interacción de múltiples sectores, profesionales, comerciales, gubernamentales con un fin común que era darle armonía y valor a objetos de uso doméstico usados por todos y los que se exportaban como industria nacional. Vaya que cumplieron su cometido, tan sólidamente que se extendió a más que largo plazo y extra fronteras.
Es algo asi como que acá se junte la universidad, la cámara de comercio, los arquitectos y artistas plásticos, todos trabajando en conjunto y coordinadamente para lograr un bien superior que era posicionar al país y su producción.
Al menos en Alemania, las utopías sí existen.
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