Quiso el destino que Roberto Begnini
aterrizara en nuestro país por motivos de trabajo, como periodista dedicado a
la edición de libros de diseño.
Al volver a su hogar en Italia comenzó a
soñar un proyecto que, en su mente, concretaría en sus años de retiro. Sin
embargo, el espíritu emprendedor, o quizás el ánimo por buscar tierras más
tranquilas, lo trajo de nuevo con el firme propósito de buscar una propiedad a
la cual volcar su talento profesional de diseñador de interiores y editor de
libros de decoración.
Luego de una búsqueda intensa encontró una
casa de altos de unos 400m2, construída en 1912 para la familia de Sir Henry
Hamilton, cuyas principales características
de estilo se habían salvado del abandono en el que estaba ni habían sido
borradas por las reformas ni por las faltas de mantenimiento o de criterios que
abundan en el mercado y que comenzaban a desalentarlo..
Así Begnini, oriundo de Roma, periodista e
interiorista, se hizo a la empresa de reformarla con el ánimo de convertirla en
petit hotel.
Dos años después está en marcha Casa
Roberto: más que un hotel boutique, una casa que habla por sí sola, y combina lo
mejor de referencias montevideanas con una mirada estética internacional.
A quienes les gusten los hoteles mega
cómodos, con alfombrado de pared a pared y TV de 42 pulgadas favor dirigirse a
la cadena más cercana.
Para quienes crean que la percepción de
una ciudad cambia diametralmente si incorporamos trazos sutiles de identidad
del lugar, o que la atención personalizada o el intercambio social con otros
huéspedes suma varios puntos, éste es el alojamiento indicado.
Un exterior discreto y de calidad
arquitectónica relevante precede a interiores que se hilvanan en un recorrido
con sorpresas y anécdotas infinitas.
Su planta baja está ocupada por Cracovia:
la casa de ropa y objetos vintage de
su amigo Julio Watorek, quien complementa consejos sobre objetos de marcas
internacionales de otras colecciones con préstamos a productoras publicitarias
o asesoramientos y tasaciones de muebles y piezas antiguas. En Cracovia se
encuentra desde objetos hallados en equipajes de monjas a piezas o adornos
provenientes de familias tradicionales, pañuelos Hermès, bolsos Louis Vuitton o
Prada, todo en medio de una charla que no abandonaría si no nos eperase un buen
tramo de revelaciones para esa mañana.
La escalera y hall principal mantienen los
revestimientos de mármol y estucos de época, que en alguna etapa fueron
rescatados por su dueño, de manos no tan expertas o cuidadosas en su
tratamiento.
Ya desde el hall nos recibe la música que
ambienta el gran espacio central donde la escalera es protagonista, y pivota
entre los ambientes sociales de la casa: un living y un comedor,
luminosos, altísimos, y decorados con un eclecticismo y sello de autor que
denota profesionalismo y ojo estético.
No hay TV, pero sí una descomunal
biblioteca con volúmenes de varias épocas de diseño, arte, arquitectura y
música clásica, otra de sus pasiones.
El desayuno se hace en el momento, con manos hábiles
de tradición italiana; panes, huevos, jugos, servidos sobre una mesa componible
de módulos de mármol como los habituales en bares, con un resultado genial. En esa
escenografía, conviven tallas tailandesas con vajilla heredada, muebles
diseñados y hechos acá y papeles pintados ingleses.
Los pisos son de listones encontrados de
madera propios de la época y combinan con radiadores de calefacción de hierro fundido labrados y con las puertas
de hierro a las que se despojó de mil capas de pintura, desnudándolas hasta su
material virgen y que hoy lucen un pulido prolijo.
El Patio es una delicia que vuelca la luz
en todos los ambientes. En él, la Santa Rita que se eleva hasta los dormitorios
de la planta superior es un espectacular elogio al uso de pocos recursos. Las
baldosas calcáreas en blanco y negro se combinan siguiendo un patrón de tejidos
de Europa del Este, que cual guarda pixelada, lo hacen único. El resto incluye
postigos de madera y muebles de hierro esmaltados con almohadones
contrastantes.
En las noches de verano se encienden las
guías de luces que generan la atmósfera perfecta para disfrutar un aperitivo al fresco.
Al subir la escalera se perciben los muros
perimetrales con tratamientos respetuosos, combinados por consolas con murales
o adornos de distintas procedencias.
Begnini domina la mezcla ecléctica, desde
elementos chinos a memorabilia de TinTin, tallas étnicas, porcelana inglesa, u
objetos logrados en un remate, y por tanto, tiene todo mi respeto y admiración
Las cinco habitaciones del nivel superior ,
están decoradas en distintos estilos pero comparten un hilo cromático entre
pisos calcáreos, textiles, o papeles pintados, todos debidamente investigados
previamente según las modas de principios de siglo pasado. La eléctrica se hizo
a nuevo pero con guiños a la de antaño, con apliques art deco o industriales. Hay
mosaicos sobrevivientes que recobraron su gloria, acompañados de nuevas piezas
sanitarias, en conceptos con un espíritu en común pero diferente personalidad.
En cuanto a la atención al huésped, nunca
tan cierto lo de “atendido por su propio dueño”. Si bien Begnini está
respaldado por personal de confianza, está presente en todas las decisiones de
instalación, mantenimiento, y servicio posibles.
Su idea es apostar también a eventos
sociales de escala mediana con servicio de catering de cocina italiana, y a un
servicio de proyectos de interiorismo, junto a su socia, la Arq también italiana, Sara Taglialatela.
Después de todo, no debe haber mejor y más
eficiente showroom que ese edificio, sumado a las numerosas publicaciones
desplegadas por el lugar que exhiben espacios firmados por él en ciudades
italianas como Siracusa o Roma.
Salgo con una sonrisa en la cara
reflexionando sobre las últimas dos horas de recorrido:
_ Es reconfortante que tantos extranjeros apuesten
de lleno a un patrimonio que cuidan con celo y respeto inigualables. En este
caso, se han generado experiencias singulares que acompañan la arquitectura: en
el camino hubo empresas como Cerámicas Bozzolo o Crisoles Pinturas, que les facilitaron
el proceso.
_ Begnini y otros extranjeros como él piensan
un emprendimiento desde la experiencia del usuario, cuidando todos los detalles
a costa de sacrificios personales o financieros, con lo que generan un producto
fuera de lo habitual.
_ No deja de asombrarme que estos
extranjeros crucen medio mundo para celebrar un lugar y herencia que damos por
sentado y muchas veces menospreciamos. Nos ofrecen una sinopsis de lo que fue y
aún queda por mantener, cual apostolado romano justamente.
Casa Roberto
Calle Maldonado, 1159 - Montevideo (Uruguay)
tel. (+598) 2903 25 07 – móv. 091 059 376
www.casaroberto.uy
info@casaroberto.uy / fb: Casa Roberto Montevideo
3 comentarios:
¡¡¡Espléndido y bellísimo trabajo !!!
Bravo!! Gracias por apostar al Uruguay con tan buen gusto y sensibilidad.
Complimenti Roberto, un esempio da seguire qui in Uruguay ! io sono a Salto e cerco di fare la stessa cosa con uno stile piu' dell'interior, pero' sempre facendo risaltare l'Uruguay 'di una volta' e le comodita' di oggi. Hai fatto un bellissimo lavoro !
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